Llevo dos días con moto y me siento más feliz.
La frase “soy dueña de mi tiempo” me viene a la cabeza cada vez que me subo a mi moto de 12 años. Como decía ayer Carlos “eh, no te metas con ella por ser vieja, que tú tienes 28 y, para un ratín, todavía sirves” :P.
La frase “soy dueña de mi tiempo” me viene a la cabeza cada vez que me subo a mi moto de 12 años. Como decía ayer Carlos “eh, no te metas con ella por ser vieja, que tú tienes 28 y, para un ratín, todavía sirves” :P.
Ayer me dolían los ojos y parecía llorosa. Hoy me levanté con una idea genial (adoro esos despertares) y vi clara que la solución era ponerme las gafas de piscina enormes que me compré con Esther (de las que se reía pero son estupendas, jeje). Y ahí fui, con mi casco estupendo de vespa, mi moto adolescente y mis gafas con pegata de piscina :). Nuevamente, me sentía dueña de mi tiempo (y un poco de mi no-estilo!)
Hace un par de años, Pablo me envió un email en el que desgranaban una vida en actividades. Los minutos que dormías, que trabajabas, que hacías colas… y la posibilidad de comprar minutos. ¿Cuánto deberían costar para que el trato sea justo?
Me impactó, y esa idea fue el catalizador para que comenzase a ver la vida en períodos cortos. Todos los días son diferentes, hay que disfrutar las cosas como vienen y, sobre todo, en el momento actual. Alguno pensará que una tía que tiene una Excel con sus fines de semana planificados hasta dentro de 4 meses, no puede hacer una afirmación de este tipo pero tiene nada que ver. Planifico para no tener la sensación de tener días, horas, minutos, momentos muertos. Pero lo único cuadriculado en esta historia son los horarios de los vuelos (que, se pueden perder o no coger, comprobado).
¿La clave si me agobio? Nunca espero, sino que hago otra cosa y, si sigo sin verlo claro, pienso en qué es lo que tengo que hacer en las siguientes dos horas. Ser tan minuciosa puede estresar visto desde fuera. Desde mi mente, sin reloj pero con aprecio por los minutos, sólo veo que este razonamiento hace que lo vea todo más intenso, como todas aquellas cosas que tienen un fin.
El título de este post es el precio por comprar esos minutos ficticios que hacen que me sienta un poco más libre cada día… exactamente 3,5 €